SOLITUD.
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Como el caracol,
vivo en las intimidades de mi abismo,
en las soledades de mi propio yo…
Y en la concha del tiempo
que protege mi existencia.
Me gusta el mar,
la brisa, el sol, la arena,
la humedad que emana de la tierra
y me deslizo por la eternidad de mi mutismo.
Amo el silencio de las piedras,
la monotonía de las palabras sin respuesta,
porque no quiero saber que hay mas allá,
¡Más allá del olvido!
No le tengo temor a las tinieblas
porque sombrío es el atrio de mi oscuridad,
la oscuridad que me abriga y me protege
cuando las lagrimas flagelan inclementes.
Y a veces no sé si estoy despierto,
vivo o muerto, quizás muerto,
quizás la vida es solo un sueño;
escarcha oscura de músicas secretas
Pero le temo al amor
y a toda su aterida indiferencia,
al beso que vende y que traiciona,
al beso que roe la existencia.
Le temo a la caricia de descuidadas manos,
que al dejarme caer quebraran el exilio
de mi propio yo, el lugar donde me escondo,
para eludir el odio y la venganza.
¡Y le temo a la muerte!. Pero no a la muerte
que cortara de mis venas la rosa de mi sangre,
pero a la muerte que me deja sin besos,
que se lleva al poeta y a los seres que amo.
Y en mi soledad de caracol,
en esta soledad de estar tan solo,
guardo en mis entrañas los murmullos del mar
y en las concavidades de mi esencia
la calidez de un verso.
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Fabio A. Pabon M.
CURANDERO TANGO.
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