martes, 9 de febrero de 2016

¡ORACIÓN POR LA PAZ!

250.000 Muertos en Siria.
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¡ORACIÓN POR LA PAZ!
Música: The Devil's Sonata.
De Giuseppe Tartini.
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¡Dios mío!
Sobre el lecho nevado de la infamia
las lágrimas que vierte el inocente,
en el inmenso abismo
de la incertidumbre,
con lenguas temblorosas
y ojos torvos,
en ese silencio sepulcral
de tu nevada indiferencia
angustiadas claman por justicia.

¡Dios mío!..
Entre las paralelas diferencias
el bien y el mal se confabulan,
se mezclan, nos confunden,
y no sabemos si es el bien o el mal,
quizás la iniquidad y la venganza,
pero son como un cáncer hereditario
que consume al mundo.

Desde hace tantos siglos
la nociva maldad de su existencia
nos acecha y como un lobo hambriento
devora las vísceras del alma;
y se lleva a la ternura y viola a la humildad,
a la inocencia, a la virtud,
y en un desdén de angustia
deja la indeleble marca de sus garras.

¡Dios mío!..
Desde las concavidades de mi dolor
Y desde hace tanto tiempo, como yo,
muchos se preguntan…
el por qué, el ser humano
continua viviendo entre las sombras.

Quizás no somos dignos del don de vida
que con tanto esmero nos has dado,
no sabemos apreciar de tu obra la bondad
y ciegos transitamos,
como viajeros indolentes, a la deriva,
sin rumbo fijo, sin destino,
sin el compás que precisamos
para arribar a las luces de tu puerto.

Tantas, tantas vidas, se han marchado
por el sendero fatal de la negrura
Y no aprendemos a cuidar
el maravilloso panal de tus milagros,
y con voces huecas laceramos
de otros su libertad
y como cántaro de barro
quebramos el legado de tu amor
y te usamos para usurpar
su derecho a la tranquilidad,
su derecho a sonreír,
su derecho a sentir en sus pechos
la emoción de tu nombre.

¡Dios mio!
Hoy yo oro y postrado
ante la lámpara perseverante de tus ojos,
yo te pido en especial
por aquellos niños tristes,
sus caras mustias me inspiran soledad,
y te pido por el humilde,
por el pobre, por el desamparado,
por el hambriento, por el enfermo,
por el anciano, por el desesperado,
por el que huye despavorido ante las guerras,
por los padres, por las madres, por los hijos,
y por aquellos que causan en ellos su dolor,
!En especial también te pido!

¡Dios mío!
Bendícenos, prodíganos esperanza,
Pero aun más que todo…
 En este paraíso que hemos convertido en lodo,
¡Por favor!... Permite que crezca y abundante…

¡El lirio blanco de la ansiada paz!
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Fabio A. Pabón M.
CURANDERO TANGO.

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