LO QUE NO MATA EL OLVIDO.
Tú eras como el sol de la mañana en el portón,
como la flor, que floreció a la orilla del camino,
sueño de juventud, que de pronto se esfumo,
como soplo en las alas quebradas del destino.
Pero quedo el recuerdo de tu boca en mi boca,
tu sensible caricia, el inolvidable recuerdo de tu amor,
y le doy gracias a Dios porque en la vida
muchos buscan sin encontrar, lo que encontré contigo.
Fuiste un milagro azul de primavera,
yo tenía quince y tú diez y ocho,
que dulce amanecer, por volverte a besar…
daría yo mi amor, sin dudar la vida entera.
Que bella fue la juventud cuando dormí en tu cama,
cuando tan amoroso me dormí en tu pecho,
y que insólito el pánico horrendo de perderte,
A veces me asaltaba y me dejaba incierto.
Dentro de poco, nuevamente llegara el otoño
con sus nubes baldías en el cerro,
y lentamente partirán las azules golondrinas
y en torbellino danzaran las hojas sobre el viento.
Y yo sentado en el portal de la ilusión,
recordare de tu amor, las tiernas horas...
y una vez más, por tu amor le daré gracias a Dios
desde mi errante corazón de ola.
¡Qué duro fue el adiós!.
Con los ojos empañados de lágrimas te dije:
jamás en la vida te querrán
¡Tanto como yo te quiero!.
Y testigo es la tarde que me mira
escribir estos versos ateridos,
que aun te llevo en el alma todavía
a pesar de los años y el olvido.
En mis horas lacónicas y frías,
en la ausencia que invade a los poetas,
al buscarte de nuevo entre las sombras,
lagrimosos te añoran mis poemas.
Fabio A. Pabón M.
CURANDERO TANGO.
CURANDERO TANGO.
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